El mensaje navideño de su majestad el príncipe feliz
Somos de la consideración de que incluir algún corto en nuestras recomendaciones navideñas es totalmente procedente, y más si se trata de estos de los que vamos a hablar a continuación. Comenzamos así pues con este hermoso relato.
Cortometraje animado inspirado en el relato homónimo de Oscar Wilde, preciosa historia de una golondrina que, llegado el invierno, no viaja a tierras más cálidas porque se ha enamorado de un junco, lo que permite que acabe conociendo al príncipe feliz, una enorme estatua de oro con pedrería incrustada que desde lo alto de su pedestal observa con tristeza la miseria que le rodea.
Historia realmente hermosa, con sus inevitables “cargas de profundidad” criticando al poder, la avaricia, el egoísmo, la egolatría… y defensa de las clases desfavorecidas. Como cabe esperar, hay diferentes adaptaciones de este relato a las que el espectador puede acudir, unas más adecuadas que otras a cada gusto, pero si nos hemos fijado en este es principalmente por el doblaje de dos actores tan destacados como Christopher Plummer y Glynis Johns.
Si Glynis Johns fue la entrañable sufragista que tuvo a Mary Poppins como institutriz de sus hijas, Christopher Plummer también “contrató” a Julie Andrews para un desempeño similar mientras fue el Capitán Von Trapp. Por citar alguna película más de interés entre las interesantes filmografías de ambos, Christopher Plummer tiene el honor de haber sido el mayor detective consultor del mundo en Asesinato por decreto, mientras Glynis Johns participó en los sesenta en un remake del clásico del cine mudo El gabinete del doctor Caligari. Cinco años antes ambos participaron en una película de acción real, la comedia de Peter Coe Look up you daughters, y volverían a trabajar juntos en la miniserie británica Little Gloria… Happy at Last.
No queremos terminar sin avisar, a quien pueda interesar, de que este es un cuento al antiguo estilo, es decir, bonito, pero de los de llorar. Personalmente, nos abonamos a esa percepción que tenía Truffaut (entre otros) de que una buena película no te deja, al acabarla, igual que como eras antes.