Conquistando a los marcianos y a gente de similar pelaje
Estupendo arranque el de esta película, con el animadísimo tema Hooray for Santa Claus, compuesto por Milton Delugg (fallecido en 2015 a los 96 años). A partir de ahí, todo es naufragio. Santa Claus conquista a los marcianos es uno de esos filmes que han pasado a ser de culto porque “se han salido por el otro lado”. Exhibida con gala hace unos años en Madrid como antesala a la nochevieja, recibe la consideración no unánime de ser la peor película navideña de la historia, lo cual en cierto modo ofrece cierto atractivo morboso para espectadores de determinado perfil.
Hay que ser honestos y decir que los ochenta minutos de metraje se hacen largos, y que hasta en los momentos de “mayor tensión” se pasa un poco de puntillas por ellos (hay una pelea entre el líder de los marcianos y un rebelde tan violenta como jugar al palmas palmitas, por ejemplo). No obstante, y es un punto a tener muy en cuenta, hay voces que afirman que algunas de las imágenes más espectaculares de esta película fueron rodadas por un joven Stanley Kubrick, pero no porque trabajara bajo las órdenes de Nicholas Webster, sino porque a causa de la falta de presupuesto, le hurtaron al célebre director de 2001, una odisea en el espacio, imágenes de su película Teléfono rojo, volamos hacia Moscú.
Santa Claus conquista a los marcianos adolece de características propias y del género, que se hacen evidentes, tales como la paupérrima dirección artística. Hay ejemplos de sobra, pero vamos a quedarnos con el momento en el que el marciano perverso es atacado cerca del taller de Santa Claus. Si el escritor ruso Nabokov tenía un ensayo sobre en qué tipo de insecto se convirtió Gregorio Samsa en La metamorfosis de Franz Kafka, aquí cabría dedicar al menos un tuit a intentar dilucidar si era un oso polar, el Yeti o una foca grande lo que luego la emprendía con los niños humanos.
Porque del anunciado como temible Tor (o Thor, vaya usted a saber cómo se escribe, que no aparece en los créditos) vamos a dejar que forméis vuestras propias conclusiones, si acaso hubiera ganas de ello. Tiene la cinta la curiosidad histórica, puesto que está rodada en el 64, de ciertas referencias a la carrera espacial dentro de la guerra fría. Dentro de ese contexto, la película tiene un cierto tono antibelicista. Voldar, el villano de la cinta, es un marciano contrario al plan de traer la navidad a Marte, usando como argumentos cuestiones tales como el debilitamiento de una estirpe, e incluso aludiendo a una tradición guerrera del planeta (no hay que olvidar que Marte es el dios de la guerra según la mitología romana). Y en verdad hay que decir que el título puede llevar a la confusión, puesto que Santa Claus no conquista a los marcianos en un sentido batallador, sino más bien es una conquista seductora, a base de simpatía y bonhomía, puesto que desde el momento que se plantea la confrontación, el personaje navideño plantea una estrategia de no violencia y colaboración que al final le da ciertos frutos.
Sin querer extenderme más, comentar que Santa Claus conquista a los marcianos está libre de derechos, puesto que los responsables decidieron no renovar sus derechos, lo que sin lugar a dudas ha favorecido la difusión y la trascendencia de una película como ésta, de esas que, podríamos calificar, disfrutas más de haber visto que de ver, puesto que dan más juego dentro de una conversación que en un visionado. Así que, debido a esta razón, hemos querido dejarla aquí para que podáis disfrutarla.